




En Suramérica, con el pasar del tiempo y a raíz de diversos factores, la población Indígena va en disminución. En la Cordillera de los Andes se encuentran la mayoría de grupos aborígenes que aún conservan su cultura. Es de vital importancia preservar esta cultura ancestral, en especial el respeto y el amor por la tierra, para que su legado continúe y poder mantener una verdadera identidad Latinoamericana.
El videoclip tiene como propósito centrarse en dos pueblos aborígenes del sur-oeste de Colombia, Los Pastos y Los Eperara Siapidara. Actualmente ocupan las provincias (departamentos) de Cauca, Nariño y Putumayo.
Ambos pueblos ademas de compartir territorio, tienen en común su dedicación a las actividades agrícolas y con su conocimiento ancestral, interpretan y transforman, de manera singular, el mundo que nos rodea generando piezas únicas, llenas de valor simbólico en tejidos, pintura, tallado en madera, etc. Su Cosmo visión con respecto a la tierra, es que el mundo es el centro entre el cielo y el infierno, y su productividad depende de la armonía de lo que simboliza uno y otro. Como en todas las sociedades agrarias, la tierra es la madre y de ella proviene el sustento material espiritual de los hombres.
Los emberá, êbêra o eperá, también llamados chocó, son un pueblo amerindio que habita algunas zonas del litoral pacífico y zonas adyacentes de Colombia, el este de Panamá y el noroeste de Ecuador. Son unas 70 mil personas (2004). Se conocen como Emberá katío a los que habitan en el departamento de Córdoba y en Urabá; en Colombia, Emberá chamí a los que viven en los departamentos de Antioquia, Caldas, Risaralda, Quindío y Valle; Chocoes o simplemente Emberá a los que habitan el municipio de Juradó en el Chocó (Colombia); y en la Comarca Emberá-Wounaan en el Darién y en Emberá Drua en el distrito de Panamá (Panamá); y como Eperara siapidara o epená, a los de la costa Pacífica de los departamentos de Valle, Cauca y Nariño en Colombia. Estos últimos son los que protagonizan el videoclip. En Panamá se les acostumbra llamar emberá (con tilde). Hay quienes creen que la palabra Emberá significa literalmente: "La gente del maíz”.
En la actualidad los chamí, katíos, dodibas, y eperara sipidaras, comparten algunos de los rasgos que en tiempos prehispánicos compartieron, que aun les permiten una base de identidad étnica común, como los son su idioma, la tradición oral, el jaibanismo, la organización social, y la reciente participación a través de organizaciones regionales


Los Eperara Siapidaara se reconocen como parte de la gran familia Emberá. Sin embargo este pueblo presenta una dinámica cultural y adaptación territorial propia. Como los demás grupos emberá, su mundo tiene dos grandes dimensiones: el mundo de los espíritus, competencia del jaipaná (chamán, equivalente al jabainá de los otros grupos) y el mundo natural en el que interactúan los hombres.
Son monogámicos, la organización social está basada en la parentela, un conjunto de familiares hasta el cuarto grado de consanguinidad. La comunidad está dirigida por la Tachi Nawê -"Nuestra Madre"-, la salud esta a a cargo del Jaipaná, ambos poseen el conocimiento del universo mítico ancestral.
Un reducido grupo de mujeres -tres a cinco- detentan la investidura de Tachi Nawê, cargo hereditario y también carismático, recorriendo permanentemente todas las comunidades Eperara Siapidara. Los Cabecillas son los mediadores que transmiten a las Tachi Nawê las propuestas e inquietudes y las secundan en el ejercicio de funciones organizando las celebraciones religiosas comunales.


Los Pastos fueron y son habitantes de montaña. Los Pastos, comparten una cosmovisión con el resto de los Andinos, en el mundo simbólico, la verticalidad, la fiesta, etc.
El hábitat es de altiplano húmedo – seco al interior de las cordilleras andinas; la ceja de selva occidental es más baja y está cruzada por los Ríos Guáitara y Mira; la cuenca alta de los valles interandinos secos y húmedos formados por el sistema Guáitara – Patía.
Los Pastos, habitan este territorio desde el siglo IX; organizaron en poblados, a la cabeza del cual se encontraba un cacique, emparentado con los principales de cada comunidad. La base de la organización social fueron los ayllus, grupos familiares exógamos, con descendencia patrilineal.
Basaron su subsistencia en los cultivos de tubérculos como papa, ullocos, mashua, entre otros; complementaban la dieta alimenticia con la caza, la pesca y los productos que obtenían por medio del intercambio.


Las comunidades indígenas totalizadas desde la colonia temprana bajo el nombre de Pastos y que tienen su asiento en el interland del norte de Ecuador y el suroccidente de Colombia son de las más ignoradas o postergadas por la conciencia y el imaginario social y académico nacional, cuando no relegadas al más remoto pasado. Más cuando las apariencias de los hoy habitantes de tales comarcas no insinúan tras de sí ninguna esencia distinta al común del nariñense o carchense nacional colombiano o ecuatoriano, o porque la evidencia de una u otra autenticidad o identidad como el idioma y el vestido le fueron arrasados tan pronto como le inventaron el nombre de Pastos. El territorio ocupado por los Pastos, es el departamento de Nariño. Y en especial la falda del Volcan activo, Galeras.
Muy cerca de allí se encuentran dos lagunas, la verde y la laguna de la Cocha donde regularmente sucede la pesca de truchas. El nombre de Pastos es un gentilicio propio de la lengua castellana, relativo a la fertilidad herbácea de las tierras que ocupaba esta población.
Lo que más ha llamado la atención de los Pastos trascendiendo fronteras nacionales, son las vasijas, los platos y lo petroglifos que se han interpretado como muestra de un avance tecnológico singular,
El mundo simbólico los Pastos, lo plasmaron en la cerámica, pictografos y petroglifos que se encuentran en la zona por ellos habitada. Dentro de las principales representaciones se encuentran figuras geométricas, como círculos, cuadrados y triángulos; con estas figuras formaron otras como espirales, representación del universo y estrellas de ocho puntas las cuales representan el calendario solar, símbolo de su conocimiento y relación con el cosmos.

Una de las creencias de los Pastos dice que en tiempos remotos hubo dos viejas indias poderosas, como brujas, que eran pájaros, que eran perdices. La una era blanca y la otra era negra. Venían la una del oriente y la otra del occidente. Buscaban el centro del espacio y el tiempo para crear o recrear el mundo, el territorio; Se aclara que estas perdices podían crear el mundo o reorganizarlo, porque ellas eran el mundo, ellas eran o contenían las cualidades esenciales o primordiales, en su oposición dual y en sus posibles principios de unidad. No se enfatiza si ganó la una o la otra, sino en la posición en que quedaron: quién quedó en posición o mirando para allá y quién quedó en posición o mirando para acá; puesto que cada una representaba o traía consigo la mitad del mundo y de las cosas.